El pasado sábado tuve el placer de asistir al ciclo de conferencias sobre el ictus y la fibrilación auricular, organizada por el Observatorio del Ictus, centradas en la prevención, la herramienta más eficaz para frenar esta lacra sanitaria. Y es que cada año afecta a 130.000 personas, de los que 80.000 fallecen o sufren discapacidad y cuya afectación empieza a ser frecuente en personas menores de 45 años.
Los ponentes, inmejorables: Luis Gutiérrez, médico y presentador de Saber Vivir, puso el foco en el carácter súbito del ictus, como elemento diferenciador, asociado siempre a los síntomas de alerta. Este profesional, médico de atención primaria, es una de las referencias en la labor de concienciación y exigió a los medios de comunicación mayor compromiso con la enfermedad.
Jaime Masjuan, coordinador de la Unidad de Ictus del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y coordinador del Grupo de Estudios de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (GEECV-SEN). Toda una eminencia en este ámbito, el doctor Masjuan nos condujo por los entresijos del cerebro para explicar las causas del ictus y poder reconocer sus síntomas:
«No usemos definiciones genéricas que impidan identificar a los servicios de emergencias la gravedad del problema para activar así el código ictus», pidió Masjuan. Y es que sólo tenemos un margen de 4,5 horas para tomar la delantera al ictus, teniendo en cuenta la aplicación del tratamiento, que dura en torno a 90 minutos. «Si actuamos dentro de estos parámetros, las posibilidades de supervivencia son elevadas», afirmó el doctor.
Masjuan aprovechó la oportunidad para aconsejar que no acudamos por nuestra cuenta al hospital si detectamos un ictus. «No todos los hospitales valen. Tienen que tener unidades de ictus». Y aquí es cuando se evidencia la falta de responsabilidad pública: en España sólo hay 42 unidades de ictus, a pesar de que sólo se necesita tener un neurólogo y una enfermera de guardia. Hay una gran desigualdad entre comunidades (Madrid tiene 6, Andalucía 2, por ejemplo) y las perspectivas son, aún más lamentables porque no hay recursos económicos para paliar esta situación. Aún así, la valoración del doctor es optimista: «Empezamos en el 2002 con 5 unidades. Hoy tenemos 42».
Juan Piñeiro, presidente de la Asociación Madrileña de Ictus (ICAM), ha cerrado la conferencia recordando a los asistentes que la rehabilitación no es de un día. «Es necesaria la implicación y la responsabilidad del paciente para obtener cierta mejoría».
No podríamos cerrar este resumen sin agradecer a todos los ponentes por su participación, al Observatorio por su excelente trabajo y a Boehringer por su patrocinio.